El Día Internacional de la Mujer, establecido por la ONU en 1977, no solo sirve como un recordatorio de los avances logrados en la lucha por la igualdad de género, sino también como una oportunidad para reflexionar sobre los cambios que aún son necesarios. A pesar de los avances en áreas como el acceso laboral y la visibilización de la mujer en diversos campos, las desigualdades y las brechas sociales siguen siendo evidentes en muchos aspectos de la vida cotidiana.
En particular, uno de los desafíos más grandes que enfrentan las mujeres es la sobrecarga de roles y tareas. Las mujeres se enfrentan a la exigencia de cumplir con múltiples responsabilidades, tanto en el hogar como en su vida profesional, lo que a menudo resulta en un acceso desigual a las mismas garantías sociales y oportunidades laborales. Este estrés constante tiene un impacto negativo en la salud mental, con efectos emocionales crónicos que pueden ser transmitidos a futuras generaciones, lo que subraya la necesidad urgente de abordar este tema.
A pesar de los avances, es claro que el progreso en equidad de género sigue siendo lento e insuficiente. Por ello, es fundamental contar con líderes que no solo conmemoren esta fecha, sino que también trabajen activamente en visibilizar las necesidades de las mujeres y socializar estrategias de abordaje. Es importante integrar una perspectiva intercultural que reconozca las diversas realidades de las mujeres, además de fortalecer su rol social con una base psicológica que ayude a generar cambios duraderos, alejados de la vulnerabilidad hacia una formación de identidad más sólida.