En 1985 se descubrió un agujero en la capa de ozono, la cual se ubica en la estratósfera y
filtra los nocivos rayos ultravioleta emitidos por el sol. Desde entonces, se han impulsado
medidas para eliminar los elementos que afectan este escudo natural y para advertir a la
población acerca de los riesgos que representa para la salud la sobreexposición solar, siendo
esta, una de las principales causas del cáncer de piel.
En los últimos años, esta enfermedad se ha incrementado sostenidamente, tanto en Chile
como en el mundo. Según datos del Departamento de Estadísticas e Información de Salud
(DEIS), entre el 2012 y 2022 se registró un aumento de un 37% en las defunciones por
cáncer de piel, específicamente a causa del melanoma maligno y otros tipos de tumores
malignos de la piel.
El ritmo de crecimiento de este cáncer ha sido exponencial. En FALP: de 20 o 25 pacientes
con lesiones sospechosas en su piel, 15 presentan efectivamente cáncer. Sus edades
fluctúan entre los 40 y los 60 años, pero también ocurre entre gente más joven. Una de las
causas de esto puede deberse a la desinformación y escasa conciencia que existía en
décadas anteriores sobre la relación causal entre esta enfermedad y la radiación
ultravioleta.
Si bien los chilenos se han vuelto cada vez más receptivos a las iniciativas que alertan de los
peligros de la radiación solar y promueven el cuidado de la piel, es necesario contar a nivel
nacional con programas públicos que adviertan y eduquen puntualmente sobre esta
temática.
En la actualidad, el uso de elementos de protección- como protector solar, lentes, sombrero
y ropa oscura- se sigue relacionando al verano, específicamente a la playa o la piscina, por lo
que es fundamental fortalecer la educación y concientización en la comunidad sobre su uso
durante todo el año, entendiendo que la sobreexposición a los rayos solares, tanto
esporádica como permanente, es acumulativa aumentando el riesgo de desarrollar cáncer
de piel.
Además de educar a la población sobre el uso de elementos de protección, también se debe
avanzar en qué antecedentes personales pueden aumentar el riesgo de desarrollar esta
enfermedad. La participación activa de las personas en el autocuidado (prevención) y
aprendizaje de metodologías tales como el autoexamen cutáneo (detección precoz),
representan estrategias comprobadas para contener tanto el aumento de su incidencia
como el tratamiento oportuno en etapas tempranas.