Las vacaciones son un momento crucial para desconectarse de la rutina diaria, permitiendo tiempo para el descanso y el ocio. Sin embargo, al final del periodo vacacional, muchas personas deben regresar a sus actividades cotidianas, lo que puede afectar la salud mental debido a la transición de un entorno relajado a otro con mayores exigencias y responsabilidades.
Según María Fernanda Salinas, académica de Terapia Ocupacional de la Universidad Santo Tomás, este cambio puede generar tensión y estrés, manifestándose en síntomas como ansiedad, cansancio, irritabilidad, alteraciones del sueño y falta de atención. Aunque no existe consenso científico sobre el llamado síndrome postvacacional, estos síntomas son comunes durante el regreso a las rutinas diarias y suelen desaparecer en unas semanas.
Salinas resalta que el estrés es una constante en los contextos laborales y educativos. Para manejarlo, es fundamental la flexibilidad mental, es decir, la capacidad del cerebro para adaptarse rápidamente a nuevas situaciones y personas. Para facilitar la adaptación al regreso a la rutina, se recomienda cambiar progresivamente los hábitos vacacionales, como adelantar los horarios de dormir y despertar en los días previos al inicio de las actividades.
En los niños, es aconsejable que los padres ajusten los horarios de levantarse y de salir de casa para ir al colegio, anticipando la rutina escolar. Además, se sugiere que todos los miembros de la familia encuentren actividades de ocio que sean compatibles con el trabajo y los estudios, manteniendo un equilibrio ocupacional que no afecte la salud mental.
Salinas concluye que con una preparación anticipada y estrategias adecuadas, la transición del descanso a la rutina cotidiana puede ser mucho más llevadera.