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Confianza comercial: el valor invisible que sostiene la economía global

Internacional Confianza comercial: el valor invisible que sostiene la economía global
#9221 | 09 de Abril del 2025
El economista Pablo Cabezas advierte que el incumplimiento de acuerdos comerciales, como las nuevas tarifas impuestas por Estados Unidos, no sólo afecta la economía inmediata, sino que deteriora la confianza global, poniendo en riesgo el crecimiento futuro.

Respetar los acuerdos comerciales es esencial para mantener relaciones internacionales estables y confiables. Cuando los países honran sus compromisos, se crea un entorno previsible y jurídicamente seguro, indispensable para que las empresas puedan planificar, invertir y operar a largo plazo.

Romper un acuerdo, en cambio, no sólo genera consecuencias económicas inmediatas, sino que daña la reputación del país infractor. Esta pérdida de credibilidad no se limita al socio comercial directamente afectado, sino que se extiende a otros países que observan con atención, evaluando los riesgos de futuros compromisos.

Eso es precisamente lo que está ocurriendo con las recientes medidas del gobierno de Estados Unidos, que ha impuesto nuevas tarifas en violación de acuerdos previamente establecidos. Esta acción abre dudas razonables: ¿Será esta la única medida? ¿Habrá otras restricciones arancelarias o no arancelarias en el futuro? La incertidumbre se instala, debilitando la confianza en el sistema de reglas que sostiene el comercio internacional.

La experiencia enseña que la reputación cuesta años construir y puede perderse en un instante. Y cuando un actor relevante como EE.UU. modifica unilateralmente las condiciones de sus acuerdos, el impacto trasciende fronteras: el comercio global se desacelera no sólo por las condiciones económicas, como la recesión anticipada, sino por la creciente cautela con que otros países abordan negociaciones futuras.

En este escenario, la recuperación del crecimiento mundial dependerá, en buena medida, de la restauración de la confianza en que los países —especialmente las potencias— cumplen su palabra. En un mundo interdependiente, la reputación no es un lujo; es un activo estratégico. Y su deterioro puede ser más costoso que cualquier arancel.